Me encuentro yo, aun mareada de tanto viaje y tanta montaña rusa; tomándome una infusión, para que se me quite el asco en el cuerpo.
Analizando la situación me doy cuenta, de que ni estoy bien, ni estoy mal. Podría sentirme desdichada, e incluso triste, pero no lo estoy, y también podría sentirme alegre, y contenta por el pedazo de viaje, pero tampoco.
Y esque en la vida es esto lo que ocurre. Que ni todo es bueno, ni todo es malo, y hay que aprender a no contaminar lo bueno con lo malo.
Pero claro, aquí llego yo, que me pesan más las despedidas que los reencuentros, y entonces echo a perder todo lo bien que lo he pasado.
Es hasta gracioso, en mi cabeza, está todo muy claro, pero dentro de mí,
sigue todo igual, pasando de lo que mi mente plantea. Se ve que esto de filosofar
únicamente sirve para la mente. Podia ayudar anímicamente, digo yo.
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