El único momento del día, en que soy feliz,
es a su final.
Cuando me acuesto
y me acurruco con mi peluche,
que tantas lunas me ha visto dormir.
En la oscuridad de la noche
con el simple brillo
de la constelación de mi techo;
el calor que emana
mi manta de retales de lana que me acuna,
y con el movimiento de las cortinas
al colarse furtivamente el frío invernal,
me duermo.
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