miércoles, 13 de abril de 2011

Aquella noche

Bajé hasta tu balcón, suavemente me posé en la baranda y con lentitud entré en tu habitación.
Puede que, asi fuera mejor, tu no me ves, no puedes escapar de mí.
Cuando un alma, el de un fantasma, entra en contacto con tu alma, lo sientes. Dentro de tí.
Es un extraño sentimiento.
Único.
Tú lo notaste, lo sé. Estabas durmiendo, en el bosque de los siete sueños, a dónde solíamos viajar cuando aun podías verme.
Sonreíste, tus ojos se arrugaron lentamente, hasta que se destensaron, y tu sonrisa se desdibujó.
Por un momento recordé cuando me iba a tu casa, por las tardes. Día tras día, simple y sencillamente, para estar contigo.
Sí. Te quería. Y, te quiero. Pero como puedes comprobar, ni siquiera sabes que estoy aquí, y eso me duele. No físicamente, es imposible. Pero sí, me entristece el alma.
Sólo te diré una cosa:
Te seguiré esperando hasta que tu alma se desaga de tu cuerpo, y radiante de felicidad, me vengas a visitar, y yo te pueda demostrar lo mucho que te seguí amando.
Y juntos bajemos a la tierra. Y juntos volemos a las estrellas,
Que te llevaré levitando a Marte,
que te regalaré un cometa,
Y que por tu cumpleaños, mil auroras boreales serán tuyas.
Y aun así, te tendré que repetir que te quiero, hasta la saciedad.



-Nota: Este, es un capítulo de un libro que estoy escribiendo.  -

sábado, 2 de abril de 2011

Dicen.

Dicen que la saliva que se comparte en un beso, dura tres días en tu boca.
Que un amor no muere, solo cambia de lugar en la memoria.
Que quien se enamora de ti, tarda mucho en olvidarte.

Así que, me conformo con esto, si algún día el destino nos separa.